Category: Alpes 2025

  • • Kms esquiados: 25,4 km
    • Desnivel: 4804 m
    • Kms abiertos: —
    • Mejor Ski:IQ del día: 133
    • Equipo: Rossignol React R10 168

    Nota al lector: Este día cometí el fallo de no escribir el resumen de la jornada al final del día. Haré mi mejor esfuerzo de recordarlo todo, pero puede ser que algunos detalles bailen.

    Me despierto con mi cuerpo diciendo que ya ha tenido bastante.

    ¿Esa sensación de cuando ya estás satisfecho y tu cuerpo pide tregua? Pues así estaba yo. Con esa sensación de “yo ya de esquí voy bien“. Pero claro… último día en los Alpes… ¿cómo no ir a esquiar?

    Decidimos que va a ser un dia tranqui, porque los dos estamos más o menos igual. Día de pistas, tranquilo mentalmente, de disfrutar y relajarse… y quién sabe, quizás un poco de après ski y todo. Un poco filosofía de “último día, día de turista alpino” Repetimos ruta a Le Châble y hasta repetimos croissants y todo.

    Subimos tranquilos, hacemos algunas pistas y empezamos a hacer nuestra ruta turístico-alpina.

    Decidimos coger el telecabina de Mt Gelé, un pico que promete tener unas vistas guapísimas en el que no habíamos estado aún.

    A mi me impacta mucho que es un pico al que sólo sube una cabina y no baja ninguna pista, excepto dos itinerarios freeride.

    Mont Gelé

    Ya el ambiente en la cabina promete: un guia de montaña con un grupo, freeriders, esquis anchos, mochilas…

    Llegamos arriba y efectivamente, eso de que te suelte alli en lo alto del pico la cabina y no haya nada más que montaña salvaje, es una experiencia… diferente.

    Lo alto del Mont Gelé: sube una cabina y no baja ninguna pista. Foto cortesía de verbier4vallees.ch

    Vemos a unos cuantos que estaban esperando la cabina nuestra para bajarse. Admiramos las vistas y decidimos acercarnos a ver como es el itinerario desde arriba. Hasta aquí toda nuestra idea, o mejor dicho, la mía era bajarnos en la cabina después de admirar las vista.

    Lo malo de este itinerario es que por cómo empezaba no podías asomarte para ver cómo estaba la cosa sin haber entrado ya en él.

    Y además hacerlo sin esquís daba muy mal rollo.

    Mientras debatíamos qué hacer, todos los grupos y la demás gente que habían subido en la cabina con nosotros ya habían desaparecido montaña abajo, con lo que tampoco teníamos a nadie a quién seguir o ver para sacar algo de información.

    No sé muy bien en qué punto pasamos del modo “turista alpino” al modo “freerider”.

    Pero como dicen, la cabra tira al monte, asi que seguramente sería una combinación de Nando calentándose y a mi me pilló con la resiliencia que el día anterior no había tenido, y dije que palante.

    En el video ya se nos ve poniéndonos los esquís y la frase resignada de Nando lo dice todo “bueno… pues a ver que hay“.

    En los 2 primeros minutos se puede ver muy bien la sensación que comentaba arriba de no saber qué nos vamos a encontrar y estar literalmente metiéndonos en la boca del lobo a la aventura.

    Nota al lector: El video soy consciente de que es muy largo (30 minutos de bajada) pero aunque sean los primeros 7 minutos merece la pena verlos por las vistas del valle rodeado de Alpes impresionantes y con el 360º puedes moverlo a tu antojo como si estuvieras allí.

    Por resumir y no extenderme, aprovechando que hay video, la bajada fue bastante exitosa y no de pasarlo mal, sino hasta de disfrutarlo. Pudimos esquivar las zonas de bañeras, pillar buena nieve y disfrutar unas vistas impresionantes.

    Este fue mi primer itinerario freeride “oficial” y siempre lo recordaré con mucho cariño.

    El itinerario eran dos valles, el primero más espectacular de vistas por la altura, y también con mucha más inclinación, y el segundo bonito también pero más trillado y peor nieve.

    Primer valle de Mt Gelé a Tortin. Next level. Foto cortesía de verbier4vallees.ch

    En este segundo valle se unía otro itinerario que desembocaba ahi y en el video ya se ve que hay mucha más gente por allí. El final era el mismo remonte que Nando tuvo que coger el día anterior al hacer el itinerario de Chassoure.

    Mapa de itinerarios de Verbier. Hicimos Mt Gelé – Tortin y Chassoure – Tortin. Cortesía de verbier4vallees.ch

    Lo cogimos de vuelta y si mal no recuerdo hicimos unas cuantas de pistas hasta ir a La Chaux donde se cogía el telecabina gigante de 140 plazas que cojimos el dia anterior con la idea de subir al pico más alto de Verbier, el Mont Fort, a hacer “turismo alpino”. Bueno, y también a bajar la pista negra que bajaba por del Mont Fort, otra llena de bañeras, para no dejarnos nada por hacer… inevitable haberse venido arriba despues del Mont Gelé.

    Pero cuando llegamos a la cabina jumbo nos pegamos un buen chasco porque estaba cerrada por viento, que había ido subiendo a lo largo de la mañana. Así que decidimos volver a Chassoure, y ya que estábamos calientes, hacer el itinerario que Nando había hecho el día anterior, pero por la diagonal más baja que había visto yo en el vídeo la noche de antes.

    El Muro de Tortin… ahora sí

    También hay video de esa bajada y también largo obviamente (aunque no tanto, he acelerado partes), pero ahí esta para el que lo quiera ver.

    Por esta otra diagonal para entrar la cosa fue mucho mejor (palabras de Nando, “¡nada que ver con lo de ayer!“) y pudimos llegar a zonas con buena nieve para bajar la pendiente más fuerte (el Muro de Tortin).

    Itinerario Chassoure – Tortin con el Muro de Tortin a la derecha. Foto cortesía de verbier4vallees.ch

    La verdad es que igual que el dia anterior sé que lo habría sufrido como un bellaco, porque no tenía la cabeza en su mejor sitio; hoy y sobre todo después de haber conquistado el Mont Gelé, me vengo arriba y el muro salió hasta con disfrute. En el minuto 4:26 se puede ver en directo el nacimiento de mi freerider interior 😂

    Obligatoria foto del Muro de Tortin al llegar abajo para recordar “eso lo bajé yo”.

    Este itinerario después de bajar el Muro de Tortin desembocaba en una zona más suave que tenía río con árboles que me lo pasé teta saltando y esquiando por ahí en plan disfrutón.

    Así que este último día que estabamos reventados e iba a ser de “turismo alpino” fue al final el día que más freeride hicimos (yo desde luego) para acabar de darlo todo.

    Minuto 4:26: El nacimiento de un freerider

    Nos despedimos de Verbier pero sólo con un hasta luego, aunque yo tengo que decir que en la última percha (nos perdimos bajando, estaba claro que ninguno quería irse y nuestro inconsciente lo sabía, y acabamos teniendo que coger una percha para volver) yo me puse a llorar como una magdalena: una mezcla de felicidad, agradecimiento, descarga de todas la adrenalina acumulada con tanto freeride, y despedida de este viaje a los Alpes tan espectacular y de expansión absoluta, que me ha marcado tanto.

    Hasta pronto Verbier…

    La vuelta a la casa fue sin novedad, excepto que por ser Domingo no pudimos comprar nada porque estaba todo cerrado. Ya en la casa nos cepillamos los spaguettis que habían sobrado de otra noche, nos pusimos en modo reventado de la vida a preparar maletas y dejar la casa limpita (¡gracias!) para tenerlo todo listo y salir directamente al día siguiente que tocaba madrugón para coger el vuelo.

    Que dos por ciertos: Uno es que llegamos por los pelos al aeropuerto por tráfico de obras y por ser lunes con todo dios yendo Ginebra, y eso que salimos con bastante tiempo… pero al final fue estrés por un tubo por tema tiempo… corriendo por el aeropuerto, yo perdiendo los billetes antes de entrar en seguridad (pero encontrándolos), la seguridad más lenta del universo… en fin, con estrés ya se sabe.

    Y el otro por cierto, es que no lo sabíamos aún claro, pero al llegar a Malaga nos enteraríamos que nos habían perdido las maletas con los esquí a ambos. Llegaron dos días más tarde y sin percance… eso sí, mejor que pasara a la vuelta que no a la ida!


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    • Equipo: Rossignol React R10 168

    Evidentemente me levanto destrozado de cansancio y con la barriga muy tocada.

    Por experiencias pasadas, ya se que esto me va a durar el día de hoy y con un poco de suerte para el día siguiente ya se habrá disipado el episodio. Pero eso me hace estar a medio fuelle casi todo el día (con una inesperada venida arriba a mitad de día).

    Hoy toca Verbier. Descubrimos que la carretera de Miex hasta Verbier es casi todo autopista y luego una carretera amable y bonita que te lleva hasta Le Châble donde puedes ya coger un telecabina que te quita toda la carretera de montaña hasta Verbier. Encima hay parking gratis y el telecabina entra dentro del forfait. Maravilloso. Igualito que Avoriaz vaya.

    Aprovechamos en el pueblo Le Châble para comprar los ansiados croissants y pain au chocolat que hasta entonces no habíamos podido comprar. ¡25€ en croissanes! Viva Suiza. Ahí queda eso.

    Nada más subir ya vemos que aquello es otro nivel. Un montón de freeriders subiendo, gente con arneses y mosquetones, equipos de montaña… definitivamente un público mucho más fuera de pista que las otras estaciones. Las vistas arriba son otro espectáculo.

    Cogemos el jumbo, un telecabina gigante que sube 140 personas de golpe a la base del pico más alto, el Mont Fort a 3,328 metros. Nada más coger esa cabina ya es espectacular, y encima va de estación inferior a superior sin pilonas de por medio, impresionante proeza de ingeniería.

    El telecabina jumbo con capacidad para 140 personas que te lleva a Mt Fort.

    En la base del Mont Fort decidimos bajar para calentar haciendo pistas rojas y ya empezamos a movernos. La nieve está mucho mejor que en Châtel o Avoriaz, hay más polvo y no hay zonas duras. Hay algunas pistas no pisadas con bañeras, como la negra que baja de Mont Fort, pero no tantas como en Avoriaz.

    En una de las exploraciones de las diferentes zonas, nos aventuramos a la entrada de uno de los itinerarios marcados en el mapa. Los itinerarios son zonas fuera de pista, controladas de avalanchas y balizadas a los lados, pero sin supervisión ni zonas pisadas. Básicamente te aventuras en el terreno y bajas fuera de pista por donde puedas/quieras y si te quedas vendido pues a buscártelas o esperar a que alguien pase que te eche una mano.

    Hay que recordar que nosotros íbamos este día con los esquís de pista estrechos y no habíamos cogido nada de mochilas ni material fuera de pista, porque no era la idea de aventurarnos sin guía y sin conocer aquello. Al viaje habíamos echado por supuesto los esquís de fuera pista, y yo llevaba la mochila airbag, pero ningún día los habíamos cogido porque realmente no había profundidad de polvo para justificarlos.

    Pero el hecho de que existieran los itinerarios nos hace tener que chequearlos.

    El Muro de Tortin

    (sí, otro muro)

    Entramos en el itinerario desde Chassoure, que es donde te deja el telecabina.

    Desde ahí entras en el famoso Muro de Tortin (otro muro, como el suizo, y también famoso!) Según la web, es uno de los itinerarios freeride más difíciles de los 4 Valles.

    Yo nada más entrar veo cómo está aquello de bañeras y las diagonales de baches, todo traqueteados, y no lo veo nada claro.

    Tras la noche movida y el cansancio que traía, en un momento de lucidez suprema, me hago consciente de que no tengo la resiliencia mental necesaria como para asumir aquello en este momento.

    La diagonal de marras…

    Le digo a Nando que yo no me meto, y le animo a que lo haga él porque tenía muchas ganas. Quedamos en hablar cuando llegue abajo.

    Yo mientras me hago el paseíto de la vergüenza para salir de la entrada del itinerario…

    … mientras niños, niñas, ancianos y ancianas me pasan en dirección contraria listos para lanzarse a pecho descubierto con gritos de júbilo a aquello de lo que yo huyo con la cola entre las piernas.

    C’est la vie.

    Consigo salir, descanso un poco de la remada de la vergüenza, me tomo una barrita y me pongo a hacer carving en las pistas rojas de aquella zona.

    Cogiendo remontes veo que hay muchas zonas fuera de pista muy asumibles para hacer y me empiezo a venir arriba. También hay cantidad de bañeras por todos lados. Así que decido explorar toda aquella zona (Chassoure) que tiene relieves interesantes y muy bien conectados con los remontes para poder hacer non-stop.

    Es más, me vengo tan arriba, que si momentos antes mi resiliencia no daba para asumir el itinerario, no sé porque ahora me parece una buena idea hacerme una clase de inmersión en bañeras a tope. Misterios de la resiliencia. Así que me propongo coger todas las zonas fuera pista de bañeras que pueda, y más aún, para ir soltándome.

    Masterclass “Las bañeras, tus nuevas amigas

    Así que mientras Nando estaba pasándolas canutas con las diagonales traqueteadas del Muro de Tortin (cómo me contaría más tarde) yo me fuí viniendo cada vez más arriba con los fuera pista de Chassoure y las bañeras, que llegué hasta a disfrutar.

    Por lo menos llegué al punto de perderles el miedo, no voy a decir que las acabé cogiendo con estilo ni mucho menos, todo lo contrario.

    Pero si diré que me empezaron a molar, como para querer seguir practicándolas.

    Algunos de los descensos de la masterclass “Las bañeras, tus nuevas amigas“.

    Cuando Nando consiguió regresar de su odisea itineresca (con pérdida incluida, acabando mucho más abajo de donde debería) y ya pudo regresar de vuelta a Chassoure, seguimos haciendo bañeras un rato más y algunos fuera de pista de por alli. Luego el resto del día ya fue pista y carving, incluyendo las negras del FIS que llevaban hasta abajo, muy muy chulas. Terminamos la jornada en Verbier volviendo por la pista del bosque que estaba ya un poco traqueteada y muy primavera, aparte de con mucha gente, y no me encantó demasiado.

    Por la noche estuvimos comentando la jugada, Nando enseñándome los vídeos del itinerario y contándome toda la experiencia. En su video me pareció ver una diagonal algo más baja que la que él había cogido para entrar al valle, y que parecía que estaba en mejor estado que la suya, y lo anotamos para el próximo día.

    Rutina de rulo y estiramientos para intentar tener las piernas medio decentes para el día siguiente, buen chuletón de ternera que nos pillamos para darnos un homenaje, y a dormir.


  • • Kms esquiados: 23,9 km
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    Hoy nos levantamos más temprano, a las 7am despiertos para salir antes a Avoriaz que está a dos horas. Aunque es la estación que esta al otro lado de la de ayer, hay que dar toda la vuelta al lago para entrar por otro sitio, básicamente rodear los Alpes.

    El viaje es una pasada por un cañón de los Alpes, estilo Chartreuse, la carretera al lado de un rio guapísimo en mitad del cañón.

    Avoriaz es la estación famosa por su consistencia arquitectónica y porque no admiten coches en el pueblo.

    Tienes que aparcas fuera antes de llegar, y todo el pueblo las calles son pistas y te mueves esquiando o con carros de caballos, muy pintoresco.

    La carretera de ida en mitad del cañón
    Foto cortesía de Jo Barnes en Unsplash.

    Leí un artículo en Nevasport sobre cómo plantearon arquitectónicamente el pueblo cuando lo hicieron para que fuera coherente con el entorno y la verdad es que la historia y el articulo mola mucho si te gustan estas cosas, aunque luego también se nota que aquello es tela de pijo.

    Eso sí, todo lo pensada que está la arquitectura en Avoriaz, está mal pensada la experiencia para el visitante.

    Aparcamos en el parking fuera del pueblo y allí hay una máquina para sacar los forfaits, pero si lo tienes comprado online como nosotros no lo puedes coger allí, sólo puedes comprar uno nuevo. Cue de emoji con cara confundida. Incoherencias de Avoriaz.

    Así que perdemos una hora (¡UNA HORA!) en encontrar el sitio porque nadie, literalmente nadie, sabía decirnos dónde narices había que ir para recoger el forfait. Chapeu Avoriaz! Y todo esto, cargados con los esquís y con las botas, porque claro… recordemos que se trata del pueblo sin calles, sólo pistas, pero lo que nadie te dice es que si te tienes que mover por allí ¡te vas a hinchar de remar!

    Así que optimizamos, me quedo yo con los esquís y Nando va en búsqueda de respuestas. Finalmente consigue los forfaits, mapas y luego sólo nos queda orientarnos hacia dónde ir para subir a las zonas altas, que también nos lleva otro ratito.

    En fin, yo todavía no comprendo quién pensó esto. Desde luego más cuenta nos habría traído comprar los forfaits allí en el parking.

    Finalmente: Bienvenidos a Avoriaz

    La orografía es muy diferentes de la de Châtel, aún siendo la otra cara de uno de los valles de ayer.

    El terreno me recuerda más a La Parva en Santiago de Chile o incluso le da un aire a la Sierra un poco. Ladera de dos picos con varios remontes a las diferentes áreas.

    Muy curioso es que aquí no pisan ciertas zonas y están todas llenas de bañeras a propósito, aún pistas azules. Sorprende mucho ver a los niños chicos bajando por bañeras y los profesores metiéndolos por fuera de pista… es la cultura de la nieve que no se ve tanto en nuestra Sierra. Lo otro muy curioso es que siempre hay azules y rojas que bajan desde lo alto. Las rojas son las pistas verdaderas que bajan de los picos y las azules son los carriles auxiliares que han hecho para bajar si no puedes hacer las rojas. ¡Accesibilidad!

    Hacemos unas cuantas de pistas muy guapas, rojas con mucha inclinación, la primera que hacemos es como la primera pala de la Visera y aquí es una roja sin más. También hacemos algunos fuera de pista, pero no es tan chulo como en Châtel por los valles grandes vacíos. Aquí es más bien fuera de pista entre pistas.

    Cuando cogemos uno de los últimos remontes a las zonas más altas descubrimos que es la entrada del famoso Muro Suizo, que yo no tenía ni idea de qué era (¡tantos aprendizajes en este viaje!), pero al parecer es una pista mítica, y luego entendería el porqué.

    El Muro Suizo

    (cue música dramática de fondo)

    Panorámica desde el Muro Suizo. Se ve el inicio de la pista donde está la valla para que la gente no se despeñe haciendo la foto de rigor y los Dents du Midi y Dents Blanches al fondo.

    El Muro Suizo (que en realidad la pista no se llama así, es el apodo “familiar”) son 333 metros de desnivel en una pista de 1.3kms, que hace el cambio de país entre Francia y Suiza.

    El cartel de la entrada ya avisa que tiene una inclinación de 90%, cosa que todavía estoy dándole vueltas a las matemáticas porque cuadrarme no me cuadra, pero para que nos entendamos: básicamente es empinada de narices.

    Al cartel de entrada le falta una calavera de ¡Danger! ¡Danger! ☠️

    No hace falta decir más.

    Pero por si acaso, aqui dejo también un titular como el que no quiere la cosa: Nevasport – Esquiador muere al colarse en el ‘Muro Suizo’: una de las pistas más difíciles del mundo 😱 (estaba cerrada cuando eso pasó, lo cuál explica mucho).

    El Muro Suizo desde abajo

    El tema es precisamente la inclinación: está tan pendiente que no pueden pisarla, así que está eternamente llena de bañeras.

    La gente se hace una foto en la parte de arriba, con cuidaito de no caerse, porque las vistas son espectaculares desde allí. Tienes de fondo los Dents du Midi, Dents Blanches y el Mont Blanc.

    Los Dents du Midi y Dents Blanches al fondo. Las omnipresentes bañeras del Muro Suizo debajo, clamando por tu vida.

    Para Nando es una pista imprescindible a hacer, que además no se esperaba encontrar allí, porque la verdad sea dicha no teníamos ni idea de dónde estaba ni tampoco nos habíamos puesto a buscarla. Pero ya que hemos “dado con ella”, por supuesto hay que hacerla. Y yo allí que le sigo. El video es para verlo (está debajo).

    En el momento en que me meto en las bañeras del Muro Suizo, pienso que qué estoy haciendo con mi vida.

    ¡No he esquiado bañeras nunca!

    Es más, siempre las he evitado con un miedo pavoroso.

    Y ahora tengo por delante una pala con una inclinación brutal llena de ellas pidiendo no sólo mi sangre, sino también la de mis descendientes como tributo.

    La idea de caerme y bajar rodando hasta abajo del todo es poco alentadora.

    ¡Bañeras, bañeras y más bañeras! ¡Tenemos de todo tipo! Anchas, estrechas, duras, blandas… ¡elije la que más te guste para descalabrarte!

    Empiezo a sudar la gota gorda viendo que lo único que puedo hacer es derrapar de lado y rezar a que haya algún sitio donde pueda girar. Se me hincan las puntas en la nieve y acabo medio de espaldas a la pendiente. En una de esas, casi me voy para atrás y me empieza a dar algo.

    Recupero y busco a Nando para intentar seguir su línea y veo… ¡que está casi a mitad de pista ya!

    WTF!

    Comienzo a sentir cómo me empiezo a bloquear por inacción y miedo. Las piernas empiezan a temblarme.

    No sé por dónde afrontar esto, ni sé qué hacer… pero si sé una cosa: que si sigo ahí parado en este estado, me voy a acabar bloqueando completamente y va a ser peor.

    Quitarse los esquís allí para intentar bajar de cualquier manera es sinónimo a salir en camilla y helicóptero del Muro Suizo.

    En ese momento, consigo salir de la visión de túnel gracias a que veo un chaval de 12-13 años al que el padre lo está metiendo por esta locura de pista (el padre sin mucha idea tampoco todo hay que decirlo). El chico va sudando la gota gorda como yo.

    Así que decido unirme a su sufrimiento y seguirlo.

    Consigo encajar un giro aquí, otro allá, con más pena que gloria y acabo cerca de él. Me dice que pase, que pase, y le digo que no se preocupe, que estoy igual que él.

    Seguimos encajando giros entre bañeras como podemos, moviéndonos de lado a lado de la pista y comiendo bañeras en el proceso.

    Cuando me vuelve a ver unos metros más abajo me dice, “you’re my friend!” y me descojono. Me pongo a animarlo que siempre ayuda, “we got this!”, y seguimos como podemos. La risa me ha ayudado a soltarme y aunque sufriendo, el miedo al bloqueo ya queda atrás.

    En estas veo que Nando se ha salido de la zona de bañeras a la izquierda y me está haciendo señales desde abajo. Parece que esa parte está mejor, sin tantas bañeras.

    Me cruzo hasta la izquierda y compruebo que efectivamente, allí se puede medio esquiar sin comer bañeras a diestro y siniestro. Ya es cuestión de ir bajando de aquella manera pero voy poco a poco recobrando confianza. La nieve a mitad de muro está empezando a estar más suelta, lo cual también ayuda. Finalmente acabo el muro y llego a donde está Nando y celebramos.

    ¡El Muro Suizo ha caído!

    Cuando llegamos al remonte de retorno, le digo en broma a Nando, “ahora es cuando no nos funciona el forfait aquí”.

    En esta zona hay varias estaciones, las doce que conforman el dominio de Portes du Soleil, pero la cosa está en que si no sacas el forfait para todas (que es más caro) corres el riesgo de cambiarte de estación sin darte cuenta y liarla, miedo que nos había acompañado los dos días, pues puedes acabar fácilmente en otro país y en a tomar por saco de donde dejaste el coche.

    Y conforme digo esas palabra de broma; escuchamos el torno hacer el característico sonido de error… PONC!… y encenderse la luz roja.

    Efectivamente, acabábamos de cambiarnos de estación sin saberlo y hemos materializado nuestro mayor miedo.

    Pruebo a pasar yo por el otro torno, y lo mismo… PONC!… y luz roja.

    Miro a la caseta del remontero y no veo a nadie, así que le digo a Nando, “quítate los esquís y pasamos por encima del torno”, porque la idea de tener que subir andando el Muro Suizo no es nada atractiva.

    Pero antes de que nos dé tiempo a nada, me dice que el remontero ya nos ha pillado.

    Efectivamente, está mirando desde dentro y diciéndonos algo por la puerta abierta. Me acerco y hago gala de mi mejor francés conciliador (no sería la última ocasión) y escucho que me dice que nos hemos cambiado de estación, que nuestro forfait no funciona ahí.

    Al parecer, el Muro Suizo es una pista de Les Crossets, no de Avoriaz (donde estábamos) y aunque está perfectamente indicado en lo alto del remonte (como comprobaríamos luego), con la excitación del momento aquello podría haber tenido unos neones fluorescentes que ninguno de los dos lo hubiera visto.

    El remontero se enrolla y nos dice que pasemos por detrás del torno, así que nos salva la vida y también nos quita la idea de repetirlo, cosa que ya habíamos hablado porque una vez que pasas el sufrimiento de la primera vez, ya le habíamos visto formas de bajarla mejor a la siguiente.

    La Celebración Suiza

    Cuando llegamos arriba, me da el bajón de la adrenalina y me veo incapaz de seguir esquiando de momento como si no acabara de pasar por el trago-momentazo de mi vida.

    Está claro que esto hay que celebrarlo, así que pillamos dos tumbonas en el chiringuito que hay en lo alto de la pista y celebramos con una cerveza y un mojito viendo las vistas de los Dents Blanches de fondo. Cuando recuperamos el aliento y la energía mental, seguimos haciendo pistas hasta hacernos esa zona de Avoriaz casi al completo.

    El bajón de la adrenalina + una tumbona = win.
    Nunca más merecido que en este momento.
    Toda esa gente seguramente no había bajado el Muro Suizo como nosotros, pero también estaba celebrando que seguíamos con vida.

    El resto del día es la vuelta reventados, una parada en la aduana entrando a Suiza que por un ligero problema comunicativo casi acaba en conflicto internacional (digno de otro post), el post-ski revisando vídeos y comentando la jugada y cena y a dormir.

    En la sesión de preparación para el día siguiente planteamos movernos a otra de las estaciones de Portes du Soleil. Decidimos ir a las suizas, pero justo cuando Nando está para darle a confirmar la compra de forfaits, le digo mirando los mapas que no lo acabo de ver claro. Parecen ser estaciones con menos desnivel, una de ellas es Les Crossets, en la que acabamos al final del Muro Suizo, y con menos dominio esquiable.

    Empiezo a investigar otras opciones fuera de Portes du Soleil y encuentro una que nos pilla cerca que se llama Verbier.

    Cuando le digo el nombre a Nando se le ilumina la cara.

    Verbier, allá vamos…

    Al parecer, Verbier es una estación mítica a la altura de Zermatt, cuna del Freeride y una imperdible.

    Así que está decidido. Y viendo el mapa de pistas, más aún.

    Verbier también tiene varias estaciones juntas, que en realidad se llama Los 4 Valles, y eso es una pasada de mapa, de picos increíbles y de posibilidades. Nos venimos arriba y sacamos el forfait de todo el dominio para los dos próximos días. Vamos a cerrar a lo grande.

    Ese día cenamos tortilla de patatas made in Nando que se la cuaja en un plis (cero pereza, chapeau!), sin yo caer en la cuenta de que la patata por la noche para mí es un gran no-no, ya tengo comprobado que su fermentación no es para nada amiga de mi barriga y su SIBO. Efectivamente, todo esto lo recuerdo no al irme a dormir petado de cenar tortilla de patatas, sino a las 3am de la mañana cuando despierto con una hinchazón y dolor brutal de barriga. No consigo que se me pase lo suficiente ni con la pistola de masaje y hasta las 6am no baja lo suficiente para volverme a quedarme dormido hasta las 7am que suena el despertador.


  • • Kms esquiados: 27,1 km
    • Desnivel: 3072 m
    • Kms abiertos: —
    • Mejor Ski:IQ del día: 133
    • Equipo: Rossignol React R10 168

    Salimos a las 8am y llegamos un poco tarde a Châtel, así que nos cuesta un poco aparcar.

    Cuando encontramos aparcamiento finalmente y estamos ya cambiados con todo y a punto de echar andar a la cabina, aparece un francés y nos suelta un discurso de que ahí no se puede aparcar, con muy mala leche.

    Preferimos no arriesgar, así que me llevo yo los esquís dirección telecabina y Nando se cambia botas para ir a buscar aparcamiento. Consigue aparcar en el último sitio que queda en el parking de más arriba y la cosa queda en nada.

    Al dia siguiente está claro que hay que madrugar más.

    Tema nieve un poco lo que ya sabíamos, la estaciones inferiores (1100mts) están más peladas de nieve y y las superiores (2200mts) mejor, así que decidimos subir directamente a lo más alto.

    El terreno de Châtel es guapísimo, una serie de valles donde nos cuesta un poco orientarnos al principio, porque los mapas no son especialmente claros cuando estás in situ, pero al final las horas de orientación tienen su recompensa y me voy ubicando.

    Hacemos dos bajadas de dos pistas rojas muy guapas y empezamos a verle un poco el rollo al fuera de pista a base de subidas en telesilla y viendo a otros, así que después de esas dos pistas ya comenzamos a tirar por diagonales para hacer los valles por fuera de pista. Hay mucha nieve pero no hay riesgo de avalancha y cuando empieza a transformar aunque está muy trillada ya, da para explorar los valles bien.

    Al final nos hacemos el dominio casi entero, menos la ladera que comunica con Avoriaz que ya es otra estación de Portes du Soleil, la famosa porque no permite coches dentro y te mueves en el pueblo o esquiando o en coche de caballos.

    En Châtel, hay unas cuantas de bajadas por pista increíbles, como una roja en un cañón que la primera bajada la pillamos vacía y eso fue espectacular: de giro corto explosivo la primera parte y la segunda de carving rozando con el puño la nieve. Espectacular. Creo que la mejor bajada de pista del día.

    Muy chula la orografía del sitio, lo que yo tenia en mente al pensar en Alpes la verdad.

    Hacemos como 30kms de descenso aunque la aplicación me deja de contar a mitad porque se desconecta. Las piernas acaban reventadas porque no caliento bien (ains, la emoción del primer día!) y desde la primera bajada las empiezo a notar.

    Habíamos hecho pacto de no venirnos arriba el primer día, pero el pacto dura lo que dura la subida en telecabina.

    Y también con el fuera pista con la nieve tan trillada, voy más tenso y las piernas se me cansan más. Así que llego reventado al coche pero contento.

    Luego por la tarde, hacemos sesión post-ski comentando la jugada mientras vemos los videos de la GoPro de Nando y algunos de la mía (el palo de mi cámara se le jodió el tornillo precisamente en uno de los valles y ya no grabé más). Cenamos unos espaguettis made in Nando que me saben a gloria y mientras vemos videos de freeride para ambientarnos para el día siguiente. Como si hiciera falta.

    Planteamos ir al día siguiente a Avoriaz, por la fama del sitio y a a las 22 estamos en la cama reventados.

    Por cierto, estoy soñando un montón aquí, varios sueños por noche de estos que sueñas, te despiertas, lo recuerdas, y dices, ea a ver ahora con qué sueño, en plan a ver el siguiente episodio cómo es 😄


  • Hoy no hay esquí, sólo viaje.

    Madrugón a las 6 para preparar todo y salir a las 7 a por Nando. Llegamos bien al aeropuerto para comprobar que llevamos 19 kilos de más: 26kg mi maleta de esquís, 24kg la de Nando, y la maleta de comida casi 30kg (habíamos pagado extra sólo 23kg!). A 15€ el kilo extra, 285€ de equipaje extra… empezamos bien el viaje.

    La maleta de comida: El tercer pasajero.

    Menos mal que topamos con Jessica en el mostrador, que se centra en soluciones, no en problemas y nos ayuda a darle forma a esa locura. Acabamos pagando una maleta vacía que no puede pesar más de 4kg, la mía de mano que le saco las botas y las meto en la bolsa de esquí (ya pesada, pirula cortesía de Jessica) y al final por 60€ de más se resuelve todo.

    El viaje bien todo, y el trayecto hasta la casa en coche de alquiler también.

    Aquí se viene a lo que se viene…

    Vamos bordeando la ribera del lago Leman rodeado de picos nevados y no paramos de echar fotos movidas a través del cristal del coche. Finalmente llegamos al valle principal donde está Vouvry y de ahí subimos a la montaña donde está Miex, el pequeño pueblecito donde está la casa. Un espectáculo de vistas.

    Planteamos el día siguiente. Decidimos ir a Châtel, que nos pilla a 40mins y es parte del dominio de Portes du Soleil que es como un conglomerado de 12 estaciones entre francesas y suizas, algunas conectadas y otras no. Hay que estudiar muy bien los planos para saber que estaciones conectan con cuáles, qué se puede hacer y qué no. El tema orientación y moverse por estaciones ya se intuye complejo.